Según se sabe, las culturas primitivas de nuestras sierras (al igual que otras del mundo), ingerían este hongo que les ocasionaba excitación psicomotriz, para cobrar valor al tener que afrontar batallas, ya que se sabe que éste les permitía entrar en combate sin miedo al convertirse, cada uno de ellos, hombre feroz. Produce estado de excitación y delirio, seguido de alucinaciones con pérdida del sentido del tiempo y la realidad.
El epíteto específico muscaria proviene del latín musca, mosca, y hace referencia a la interacción que se produce entre este hongo y los insectos. Paraliza temporalmente a los insectos que entran en contacto con la seta.
Comestibilidad y propiedades
Su sabor, al igual que su olor, no son especialmente intensos.
En dosis muy altas, tiene un gran efecto neurotóxico, mientras que si está seca su potencial alucinógeno es mucho más alto. En grandes cantidades puede inducir al coma. Sus principales propiedades son enteógenas, por lo que se ha utilizado desde tiempos remotos como estimulante. Administrada por vía oral es también tóxica para el intestino y el hígado, por lo que si se ingiere, inadvertidamente, se debe recurrir a un centro médico, mostrar el espécimen ingerido y sugerir pruebas de función hepática para descartar daño permanente.
El efecto neurotóxico está dado por un componente llamado muscimol, un potente alucinógeno. El muscimol actúa a nivel de las sinapsis neuronales, como agonista en los sitios de interacción de los receptores de ácido gamma-aminobutírico, también llamados receptores de benzodiazepinas (ejemplo de éstas es el componente activo del Valium, la metildiazepinona), y, entre muchas de sus acciones sobre el sistema neurológico, causa la apreciación deformada de formas y distancias. El compuesto enteógeno o psicoactivo se llama ácido iboténico y si el hongo se deja secar se convierte en muscimol. La seta también produce un alcaloide tóxico llamado muscarina.