Ubicada dentro del Sistema Ventania (a solo 80 kms de Villa Ventana), y rodeada de un amplio bosque en donde reina una paz profunda que nos invita a reflexionar, se encuentra la Ermita Nuestra Señora de Luján de la Sierra, un lugar de indescriptible belleza que solo aquellos más atrevidos o quizás más devotos se animan a visitar.

Allá por el año 1935 surgió la idea de levantar un lugar de oración para fieles y peregrinos devotos de la Virgen de Luján que se encontraba muy lejos en la provincia de Buenos Aires para poderla ir a ver.

Fue entonces cuando en un cerro donado por la familia Casella en la ciudad de Saavedra frente al Curamalal Grande, se preparó el terreno y se realizó una perforación de 28 metros de la que surgió agua cristalina, la cual iba a ser destinada  a quienes visitaran la ermita y sus instalaciones.

Por aquellos lados la sequía intensa e incesante era una gran amenaza para las cosechas, por eso en 1938 se organizó la Primera Peregrinación con el objeto de pedirle ayuda a la Virgen para que llueva y milagrosamente, ese mismo día, horas más tarde comenzó a llover.

Acompañada de otras imágenes como la de su Santa Madre,  es el lugar ideal para los retiros espirituales pero también para disfrutar de un día de picnic tranquilo en familia y conocer el Abra del Hinojo que nos deslumbra con su inmensidad, acompañándonos al costado del camino.

Ubicada a solo 180 kms de Villa Ventana y Sierra de la Ventana. Se trata de la Usina de Oriente que perteneció a la empresa Hidroeléctrica del Sud, y nos refleja el sabio aprovechamiento de las ventajas que ofrecen las energías renovables para generar energía eléctrica.

Este emprendimiento encarado en 1923 que abasteció inicialmente a una compañía de cal,  posteriormente se extendió por el excedente que generaba, a las localidades Oriente y Copetonas durante más de 60 años, con instalaciones que eran únicas en toda la provincia.

Siempre que hemos hurgado históricamente en iniciativas de aquella época y de esta envergadura, nos hemos encontrado con una figura emblemática y entusiasta con espíritu noble por llevar a la realidad, ideas mas allá de los limites económicos y tecnológicos, y con una verdadera dedicación sin paralelos. Parece ser el mismo caso del señor Roberto Brunand, poblador de aquella zona, obsesionado por ofrecer un buen servicio, sin cortes de luz. Según relatos: dormía con el velador encendido toda la noche para saber de inmediato cuando se registraba un inconveniente e intervenir en el menor tiempo posible.

La planta hidroeléctrica contaba inicialmente con 2 turbinas, hasta que una gran crecida del río provocó importantes daños en la represa y destruyó parte de las instalaciones, lo que llevó a depender de motores diesel en su reemplazo.

La usina finalmente dejo de funcionar a mediados de la década del '80, y se presenta en la actualidad como otro legado histórico más en la región, fruto de pioneros visionarios que en nuestros tiempos aun seguirían vigentes.